Soy un EMO

Eran las 7 de la mañana. Mala noche. De las peores que se recuerdan. Yo no paraba de repetir que todo era una mierda. Las drogas habían devorado a mis viejos amigos. Y los que se habían salvado habían caído bajo la espada del alcohol. Los nuevos no llevaban buen camino. Las mujeres que había conocido, todas eran víctimas de la televisión. Además amanecía. Y cuando amanece el negro inquebrantable e incuestionable deja paso a una escala de grises crudos, más deprimente cada minuto que corre. No podía parar de hablar. Todo era una mierda. Pacuxo, uno de los que iban conmigo, hombre de pocas palabras, resumió la situación. Tío, eres un EMO.

Yo asentí y sonreí. Emo me sonaba bien. Sonaba a emocionante o a campaña de Telefónica. De todas formas me cubrí las espaldas y por si acaso respondí: Tu puta madre. Poco después me despedí de mis acompañantes y corrí a casa. Encendí el ordenador. Firefox: Google, buscar: emo wikipedia. La página que obtuve tras hacer clic en la segunda opción de tribu urbana me tiró para atrás. Salía un candado: página semiprotegida, una balanza desequilibrada: desacuerdo sobre la neutralidad del punto de vista de la página, y una mano en señal de STOP sobre fondo rojo: sospechosa de ser investigación original sin fuentes. Fui entonces consciente de que estaba entrando en un terreno oscuro. Hice scroll hacia abajo. Significado del término. Viene a significar memo o gilimemo. Vale, pensé. Puto Prieto (identidad real de Pacuxo). Y me fui a la cama.

A la mañana siguiente me desperté con un dolor de cabeza criminal. Supuse que sería el cabreo por que Pacuxo me hubiese llamado gilimemo sin llevarse una colleja. Aunque no deseché la sospecha de que fuese una simple resaca. Bajé a comer. Pero apenas pude. Las palabras de Pacuxo resonaban en cada bocado que daba. Eres un EMO. Eres un EMO. Eres un GILIMEMO...

Harto, subí de nuevo a mi habitación. Busqué el bate de baseball por todos los sitios, pero no lo encontré. Llamé a mi padre y le pedí la sierra mecánica, pero me dijo que la necesitaba para unas labores. Le dije que era una cuestión de honor. Me respondió que yo no tenía de eso, que lo perdí corriendo desnudo por la calle. Le dije que no recordaba ese detalle, pero pasé de discutir. Es inútil discutir con mi padre. Nunca tiene razón, así que nunca puedes quitársela.

De nuevo en mi habitación decidí que debía desentrañar el misterio. ¿Hasta qué punto emo era sinónimo de gilimemo? Quizás era un diminutivo cariñoso. Desechada la wikipedia, recurrí a la segunda fuente de saber universal. Youtube. Busqué: emo gilimemo tu puta madre. Salían videos de la Sierra Madre. Maldecí el día en que dejé de ir a las clases extra de informática en el colegio. Tras una larga búsqueda encontré dos vídeos que aclararon definitivamente el misterio.

El primero estaba realizado por un experto, creo que argentino, sobre el tema. El científico se llamaba Capusotto. Deduje que había pasado años conviviendo con los emos. Y en el vídeo reproducía sus comportamientos:



El segundo era obra del gurú español, famoso por sus tesis sobre los canis y sobre Oliver y Benji, este último escojonante:Loquendo. No sé si es español, pero me hace ilusión pensar que alguien en este país es sabio. Aunque sospecho que se trate de un programa informático manejado por cualquiera. En todo caso, siempre me ha dado buenos consejos:



Así que ahora estoy aquí sentado. Llorando. Porque soy un EMO. Y afilando los cuchillos. No, no me voy a cortar las venas. Pero San Juan siempre fue un escenario propicio para la venganza. Tantas hogueras, gritos, alcohol... quién sabe lo que le pasaría al pobre Prieto.

(Por favor, Prieto, no la palmes en San Juan, que acabo en la puta cárcel por esto)


Post inspirado en: Try again, blog de música y otras yerbas